A ella no le importaba nada más, tenía tantas ganas de ser ella misma que se olvidó del resto, ese sentimiento era sublime.
Sin miedos, cerró los ojos y saltó al vacío, la primera vez quedó destrozada, el salto le rompió el cuerpo en mil pedazos,
pero después de varias caídas su cuerpo se hizo cada vez más fuerte, muchos la miraban, la criticaban, "¿Por qué estará sola?"
"Mírala, pobrecita, no tiene a nadie", todos se equivocaban, ella no necesitaba a nadie, era libre y si estaba sola
era porque ella lo deseaba.
Claro que por otra parte ella amaba, a su manera, una manera extraña y todo ser que se interponía en su camino lo sabía,
ellos eran libres de decidir, la gente viene y va, pero una siempre estará consigo misma y ella eso lo tenía grabado a fuego.
En verdad su sonrisa daba miedo, en sus ojos se respiraba seguridad y eso a muchos les acojonaba, ese era su poder, ser ella
misma, y coño, que bien le sentaba.